Todo regocijo y alegría.
Como ya vaticiné hace un par de entradas, ahora mismo nos encontrmaos sumidos en unas fechas muy entrañables donde yo me pongo de mala leche porque todo el mundo parece demasiado amable y amigable, mucho mas que el resto del año y yo no puedo evitar preguntar porque no lo son el resto del año. Pero bueno, esta mañana de Domingo estoy de muy buen humor. Ayer por la noche se fue la luz en todo mi pueblucho y me dejó un cielo libre contaminación lumínica y pude coger el telescopio y la cámara y fliparme como es debido. Dicen que el dinero no da la felicidad....es es una frase altamente cuestionable. Yo me compré MI telescopio, con MI dinero...y con MI telescopio YO soy feliz. Soy feliz con mas cosas, pero el telescopio es la mas...chachi? No sé. Tras esta breve entradilla voy a pasar a plantear el tema de hoy. Una historia que a mi personalmente me encanta y que demuestra la teoría de que no todas las personas son seres horribles, egoistas y carentes de sentimientos. Hoy vamos a hablar de la guerra, de su escaso valor y su supina estupidez. Hoy vamos a hablar de la Tregua de Navidad.
Que bien se está en una trinchera.
Primero de todo es hacer un viaje en el tiempo. Concretamente nos vamos al 24 de Diciembre de 1914, víspera de Navidad en el frente occidental de la Primera Guerra Mundial. Luego hay que ponerse en situación. Estamos en guerra. Disparos, explosiones, gritos, barro, humo, muerte. Británicos contra Alemanes, Alemanos contra Británicos. Humanos contra Humanos.
Poco o nada sabe la gente sobre la Primera Guerra Mundial, pero lo mas esencial es que fue una guerra penosa, y sobre todo de trincheras. Miles de personas agazapadas en las trincheras esperando una oportunidad para salir pitando de ahí. Y mas el día en el que estaban, estaban en la víspera de Navidad. Los Británicos habían recibido órdenes del alto mando de mantenerse alerta, ya que se sospechaba que el enemigo realizaría algún ataque sorpresa en la víspera de Navidad o Año Nuevo. Los Alemanes sin embargo habían recibido algunos regalos del Káiser (el mandamás alemán), concretamente envió al frente abetos para que los decoraran, raciones extras de pan, salchichas, licores y todo tipo de cosas para subir la moral de las tropas.
A medida que moria el día y nacía la noche, el silencio se iba apoderando de aquel lugar. Debió ser muy extraño estar en silencio despues de meses de continuo ruido, era un silencio irreal.
Los alemanes, sin embargo, no perdieron el tiempo y decoraron los abetos con velas como manda la tradición, y los colocaron por las trincheras. Cientos de metros mas allá, al otro lado de la tierra de nadie, los Británicos observaban con corrompimiento mental, como unas extrañas lucecitas alumbraban las trincheras enemigas. No tardaron en comprender de que se trataba de árboles navideños. Mas sorprendidos quedaron aun cuando los enemigos, esos seres sin corazón ni sentimientos que les habían pintado sus oficiales y generales, empezaron a entonar un villancico por todos conocidos, Stille Natch (Noche de Paz). Los Británicos estaban evidentemente sorprendidos, invadidos por el espíritu navideño, rompieron en aplausos al terminar el villancico y empezaron otro.
Que agustico se tiene que estar tiradico en la nieve.
Se intercambiaron modestos regalos, tales como un poco de licor, tabaco, algo de comida, botones de sus uniformes. Muchos enseñaban fotos de su familia a enemigos que debian de estar matando, y el enemigo le enseñaba sus fotos. Fotos de sus hijos, de sus padres, mujer, novias. Gente que deseaban ver pero no podían por el egosita deseo de algunos pocos.
El regalo perfecto para Vanidad.
Lo que mas se hizo durante esta tregua fue dar sepultura a los compañeros caidos. La tierra de nadie, ese vasto espacio entre trincheras estaba lleno de cuerpos de soldados de los dos bandos que llevaban días, incluso meses a la intemperie, necesitando de sepultura. Soldados de ambos bandos se ayudaban mutuamente a enterrar los cuerpos de sus amigos, de sus compañeros, dándoles sepultura con unas palabras en su memoria.
Quizás el episodio mas mítico sea un partidillo de fútbol entre los hombres del Scottish Seaforth Highlanders y soldados sajones. Según el testimonio del oficial alemán Niemann del 133 Regimiento de Sajonia , el partido se celebró en el sector de Frelinghein-Houplines cerca de Armentieres. Según cuenta, después de intercambiarse cigarrillos, un soldado escocés apareció con un balón de fútbol, y en pocos minutos se monto un partido, cada bando hizo sus porterías con sus gorros. El terreno resultó el adecuado para jugar, ya que debido al frío el barro se había congelado y el suelo estaba duro. Niemann recuerda que les hizo mucha gracia (u horror) ver a los escoceses con sus faldas y que no pudieron contener la risa al descubrir que debajo de ellas no llevaban ropa interior, es decir, que había mas pelotas en juego. El partido duró apenas una hora hasta que uno de los comandantes tuvo conocimiento del hecho y mando parar el partido. Al parecer los alemanes ganaron por 3 a 2.
Episodios similares se dieron por todo el frente occidental, llegando a durar algunos hasta Febrero. Pero en muchos lugares la tregua terminó como comenzó, casi de mutuo acuerdo. Como cuenta el capitán Stockwell de los Royal Welsh Fusiliers, "Hacia mucho frío. A las 8.30 de la mañana, disparé tres tiros al aire y saque una bandera que llevaba escrito "Feliz Navidad", salté del parapeto. El capitán alemán sacó una camisa en donde estaba escrito "Gracias" y saltó fuera del parapeto, nos saludamos respectivamente y saltamos dentro de nuestras trincheras, entonces él disparó dos tiros al aire y la guerra continuó".
El Alto Mando, jamás aprobó ni vió con buenos ojos tales actos. Eran actos de traición que cuando llegaron a oidos de los mandamases, eran duramente castigados. Es curioso ver como se castiga la conducta humana, en la guerra todo se vuelve de revés. Se premia lo que normalmente se castiga y al revés.
Una cruz, dejada cerca de Ypres en Bélgica en 1999, para conmemorar el sitio de la tregua de Navidad de 1914. El texto dice 1914
La tregua de Navidad de Khaki Chum
1999
85 años
No olvidar.
Personalmente esta historia me inspira demasiados sentimientos. Es la historia de un montón de hombres que durante unas horas fueron libres, fueron personas. Fueron personas que olvidaron por un momento que estaban sometidas al poder de decisión de unos pocos que habían decidido que los alemanes eran el enemigo. Se demuestra una vez mas que la guerra no es por el pueblo, ni la hace el pueblo, la guerra la deciden unos pocos, que, curiosamente nunca mueren en el campo de batalla. Creo que es una historia para reflexionar largo y tendido, así que a reflexionar!!he dicho!!! Sigue aprendiendo...